08/05/2014 09:43:19 - Xalapa, Ver. por Miguel Ángel Sánchez de Armas
Pienso que más que de enfermedad,
murió de tristeza al saber que su carrera se extinguía.
Hay hombres que forjan sus propias leyendas y Kapuscinsky fue uno de estos privilegiados. Estudió historia y abrazó el oficio de reportero en un pequeño
diario de su natal Polonia. Por confesión propia llegó a los 25 años de edad sin
haber leído una obra "verdaderamente importante", pero no aceptó la suerte de
tantos y tantos colegas que languidecen sin pena ni gloria en el oficio o que entran
en un proceso de degeneración, sin ideales, sin fe, "pero eso sí -Manuel Buendía
dixit-, con un gran apetito de rápidas ganancias".
De esos modestos inicios se alzó para ser considerado el padre del "nuevo
periodismo", un reportero a quien García Márquez llamó maestro. "Tienen fuego
en el vientre" dicen los anglosajones de esas personalidades indómitas que
parecen no conocer fronteras. En el caso de Kapuscinsky, quizá sea el título del
penúltimo de los quince libros que escribió el que mejor explique el camino que
eligió: Los cínicos no sirven para este oficio.
No me equivoco, entonces, si propongo que a Kapuscinsky lo movió el
amor. El amor y el respeto por sí mismo y por su profesión. El amor por la verdad.
El amor por la palabra. El amor por la inteligencia y el conocimiento.
En Los cinco sentidos del periodista escribió: "¿Por qué algunos textos
pueden vivir cien años y otros textos mueren al día siguiente de su publicación?
Por una diferencia capital: los textos que viven cien años son aquellos en los que
el autor mostró, a través de un pequeño detalle, la dimensión universal, cuya
grandeza dura. Los textos que carecen de este vínculo desaparecen".
Juego de ojos. M.A. Sánchez de Armas
Antoine de Saint Exupèry explicó este principio con otras palabras: "Si
quieres construir un barco, no reclutes hombres para que recojan madera, ni
dividas el trabajo, ni des órdenes. En vez eso, mejor enséñales a anhelar el
inmenso e infinito mar".
Este anhelo de lo inmenso e infinito, si lo pensamos bien, explica que la
obra de Kapuscinsky sea de las que durarán cien años. El polaco subió al Panteón
en donde habitan otros periodistas que trascendieron las limitaciones artificiales de
nuestro oficio: John Reed, José Alvarado, Louis Fischer, Arthur Koestler, George
Orwell, George Polk, Manuel Buendía, Edmundo Valadés, André Malraux, Walter
Lippmann, Martín Luis Guzmán, Héctor Pérez Martínez, Edgar Snow, por citar
algunos nombres que me vienen a la mente.
Hay hazañas como la que consignan Christian Brincourt y Michel Leblanch
en un tomo maravilloso titulado Los reporteros, publicado a principio de los
setentas del siglo pasado y que hoy leemos como novelas, pues como propuso
García Márquez en sus memorias, "novela y reportaje son hijos de una misma
"A comienzos de este siglo la simple palabra ‘reportaje' era sinónimo de
hazaña, y los que lo efectuaban eran, por supuesto, periodistas, pero también,
y quizás ante todo, aventureros. En aquella época no había jets y el teléfono
no funcionaba en el ámbito internacional. El reportaje en el extranjero era una
"El 1 de enero de 1930, el diario Le Matin envió a Joseph Kessel, uno de
sus grandes reporteros, a seguir las rutas de los mercaderes de esclavos en
Abisinia. [...] Para trasladarse a la base de su reportaje, Kessel y sus amigos
navegaron durante tres semanas.
"Formaban el equipo cuatro hombres: Kessel, el teniente de navío La
Blanche, un médico meharista que hablaba árabe, Emile Peyré, y Henry de
Monfreid, indiscutiblemente el rey del tráfico en el Mar Rojo. Monfreid era el
hombre clave del reportaje. Gracias a él Kessel pudo llegar hasta las rutas
secretas de los mercaderes de esclavos. El conjunto de la operación, financiada
por Le Matin, debía durar algunas semanas. En realidad, las semanas se
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convirtieron en seis meses y el reportaje tuvo por escenario Etiopía, el desierto
de Somalia, el Mar Rojo y el Yemen.
"Durante seis meses de reportaje, Kessel y su equipo vivieron mil
aventuras en mil escenarios distintos. El Rey de Reyes les condecoró; se vieron
mezclados en la terrible guerra tribal de los dankalis y los issas; estrellaron un
avión en los altiplanos de Abisinia, compraron mulas y camellos para atravesar
durante quince días un desierto abrasador, viviendo únicamente de dátiles y
de arroz, y descubrieron finalmente las caravanas de esclavos. Asistieron al
rapto de pastores que eran vendidos en el mercado de esclavos, cambiaron
bloques de sal por monedas de oro; se enfrentaron con un motín de sus
camelleros; buscaron refugio en los fortines somalíes; cruzaron el Mar Rojo en
una barca de pesca durante una terrible tempestad y esperaron un mes en el
Yemen la autorización del Imán que les permitiera visitar Sanaa, la capital de
la esclavitud. Descubrieron al último gran señor turco, Ramhib Bajá, asistieron
a la revuelta yemenita y presenciaron cómo eran decapitados los prisioneros.
Al regreso, el reportaje de Kessel fue anunciado con carteles por las calles de
París. Le Matin tiró 120 mil ejemplares adicionales. El reportaje había costado
en aquella época un millón de francos."
El reportaje de Kessel ilustra una de las consecuencias del periodismo
ejercido con profesionalismo y a conciencia: arrojar luz sobre hechos que tienen
impacto social, en términos de la memorable metáfora del faro de Lippmann,
cuyo haz alumbra, aquí y allá, elementos de la realidad y los desvela al
La historia de nuestra profesión está salpicada de narraciones que
tuvieron un impacto más allá de lo periodístico. De memoria cito algunas:
John Reed cabalga con la División del Norte en 1911 y sus crónicas,
recogidas en México Insurgente, cambian la percepción de la Revolución
Mexicana en Estados Unidos. En 1917 reportea la Revolución de Octubre y su
libro Diez días que estremecieron al mundo, considerada la mejor crónica del
episodio, mueve a Lenin a prologarla. Jack es el único extranjero enterrado en
las murallas del Kremlin.
Juego de ojos. M.A. Sánchez de Armas
Edgar Snow es el primer periodista occidental que visita el centro de
mando del Ejército Rojo y entrevista a Mao Tse Tung en 1936. Su libro Estrella
roja sobre China es clave para comprender aquel movimiento que derrotaría a
los nacionalistas de Chiang Kai Shek. Años después su relación personal con
Mao y con Zhou Enlai le permite pavimentar el camino al histórico encuentro
del presidente Nixon con el dirigente chino en abril de 1972. Fue enterrado en
Louis Fischer siguió a Gandhi en sus jornadas por la Independencia de la
India y escribió una biografía del Mahatma que nos permite seguir paso a paso
la vida de ese gran dirigente, llevada a la pantalla en la monumental película
de Richard Attenborough; y otro periodista, Dominique Lapierre, documentó el
momento histórico de la independencia de la India en Esta noche la libertad.
Martín Luis Guzmán nos dejó en La sombra del caudillo uno de los más
vívidos retratos del momento fundacional del país que somos. Sus páginas, y
la película secuestrada durante años por el autoritarismo, nos permiten apreciar
mejor de dónde venimos y por lo tanto tener mayor claridad sobre nuestro
Podría llenar muchas cuartillas con ejemplos semejantes, pero creo que
ha quedado claro que el periodismo es el registro cotidiano de la historia, cuyos
oficiantes lo son para siempre. Como escribiera Manuel Buendía, "ni siquiera el
último día de su vida, un verdadero periodista puede considerar que llegó a la
cumbre de la sabiduría y la destreza. Imagino a uno de estos auténticos reporteros
en pleno tránsito de esta vida a la otra y lamentándose así para sus adentros: ‘Hoy
he descubierto algo importante, pero... ¡lástima que ya no tenga tiempo para contarlo!"
Esto es lo que durante años he querido explicar a mis alumnos, como
Angélica Domínguez, quien este viernes 9 da un gran paso en la profesión.
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