15/06/2012 00:58:15 - Xalapa, Ver. por Salvador Muñoz
En él, disfruté cosas que
hasta el momento, difícilmente he vuelto a ver como las enormes serpientes
atravesando los caminos mientras la caña se quema, o los patos en esos pantanos
que me exigían con urgencia que cerrara las ventanillas; quizás el armadillo a
orilla de carretera... pero lo que más me impresionaba, era el vuelo del
Gavilán.
El
Neptuno era un tráiler con el que viajé a Cancún con Santiago. Largos días
viendo cómo devoraba el Neptuno tramos y tramos de carretera y lo único que me
distraía era ver el vuelo del Gavilán... majestuoso, impresionante, todo un
señor de los aires, capaz de romperlos al caer en impetuosa picada.
II
La
mañana de ayer, la noticia me deja frío. Es más, hay un gran dejo de
incredulidad. “¿Cómo? Víctor era muy cuidadoso para manejar temas escabrosos”,
comentaba a compañeros de la oficina.
Creo
que yo salía/me corrían de Milenio cuando Víctor Báez Chino entraba a ser parte
de ese gran equipo de reporteros y columnistas que hicieron favor de soportarme,
entre ellos Fernando Hernández Fernández, Alma Delia Acosta, Sandra García, José
Ortiz Medina, Tulio Moreno y Gina Domínguez, quien por cierto, se quedó con mi
respeto y admiración a su profesionalismo (anécdota que me reservo para mejor
ocasión), entre otros.
Víctor,
antes de incorporarse a Milenio, como buen compañero, nos pasaba tips o echaba
la mano para que no se nos fuera alguna nota importante dentro del ramo
policiaco (aunque todavía no hubiera sección de Nota Roja)... y lo hacía por
amistad.
III
Hay un
cuento de Juan González Febles, “Sara y el Gavilán”, que aunque se me hace algo
excesivo en la descripción, en la idea medular, Sara tiene un Gavilán que
alimenta con ratones que ella misma caza con trampas. Un amigo de ella, le
insiste en que lo deje libre, sin resultado alguno hasta que un día, Sara le
dice que lo libere. El amigo corre a la jaula y la abre, pero el Gavilán no se
mueve ni hace intento por salir, sólo lo mira, como sólo pueden mirar los
Gavilanes. El sujeto toma un palo y golpea la jaula pero el Gavilán no se mueve.
Desesperado, mete el palo casi obligando al Gavilán a salir, quien toma vuelo y
se posa sobre una rama alta de un árbol del patio de la casa.
Al poco
tiempo, Sara llama al amigo para que acuda a la casa. Allí le dice que los
vecinos se quejan porque el Gavilán ha atacado a los gallineros. Viendo la cara
de su amigo, le dice que no se preocupe... que el Gavilán no tardará en buscar
por otros aires su alimento así como una pareja... que es como la gente... hay
personas que temen a la libertad y nunca quieren salir de su jaula y hay otros
que son libres porque temen al compromiso... ésas llevan la jaula por
dentro.
IV
–¿Gavilán? ¿qué noticias hay,
Gavilán?
La
respuesta al otro lado de la radio era siempre seca, pero respetuosa y por lo
regular, siempre tenía noticias.
En
algunas ocasiones en que no tenía manera de moverse, las mismas autoridades de
Seguridad Pública enviaban un carro por él para que fuera a tomar fotos cuando
la noticia lo ameritaba... ¡era el primero en llegar!
Gavilán, ésa era su clave por radio.
Víctor Báez, un apasionado de la nota roja, de la sección policiaca, de las
leyes, de la necropsia y del peritaje... genio y figura... prototipo del
reportero policiaco con ganas de aprender siempre.
V
Y el
Gavilán se proyectaba a una gran velocidad sobre los periquitos australianos que
en una inmensa nube de plumas, hacían lo imposible por no ser atrapados... Y por
la ventanilla del Neptuno yo soñaba volar como ese Gavilán, impetuoso, soberbio
y audaz... hoy, me siento como el Gavilán de Sara, pero sin saber si la jaula me
aprisiona por dentro o por fuera... o ambos... un hasta siempre, para Víctor El
Gavilán Báez...