08/06/2014 21:57:19 - Xalapa, Ver. por Salvador Muñoz
Digna de estudio es esa fascinación que tiene la prensa por tomarnos la foto con los
funcionarios de Gobierno del Estado... qué tiene Javier Duarte para que todo mundo quiera
tomarse la foto con él... ¿hay una reafirmación de la autoestima que lo vean a uno codeándose
con el poder? ¡NI idea! Pero esa necesidad por sentirse "apapachado" por el Gober y plasmado
en una fotografía, cuánto es necesario en el trabajador de los medios para sentirse realizado al
menos por un día... ¡qué importa el reconocimiento social si el "bueno" es el Rockstar político!
Nada más para que se imaginen cuán valiosa es esa necesidad de saberse apreciado,
reconocido, agraciado ante los ojos del poder, cuenta la leyenda que ese sábado, camino
Xalapa a Veracruz, hubo dos percances de gente de la prensa. En uno, una voltereta. Al auxilio
de los accidentados llegó Tránsito del Estado y les informaba que serían trasladados a la
ciudad capital para en un Hospital, ser revisados para una correcta valoración médica. ¡No!
Éstos se negaron. Apremiaba estar en el World Trade Center y si había que recibir apoyo, era
para llegar al desayuno con el Gober... ¡Tenían que estar con el Rockstar político!
Cuentan de otro caso, de un desperfecto o ligero accidente de otro trabajador de los medios,
que quedó varado a media carretera. No lo pensó dos veces: Paró un taxi, tomó sus cosas, y
continuó su camino para llegar al lado del Rockstar político sin importar dejar abandonada la
unidad...
Es evidente que no es Javier Duarte lo que atrae, envuelve o fascina... si Juan López,
Pedro Hernández, María Fernández fueran gobernadores, el mismo efecto tendrían... lo que
representan es igual que una lámpara para las palomas... atrae...
¡Claro! No todos sucumben a la luz de Javier Duarte... otros se dejaron envolver por un
auténtico rockstar ese sábado... ¡Enrique Guzmán!
Era hermoso ver a Francisco Licona cantar esas rolas ante el misterio que envolvía a un Arturo
Reyes González al escuchar algo desconocido totalmente para él...
Era más delicioso ver a Blanca Arroyo, Fanny Yepez y Fernando Batiza moviendo la cadera al
ritmo de un Enrique Guzmán que si bien no goza de ese vozarrón de sus años mozos, sabe
trabajar una voz educada.
¡Y canté! Sí, y quise tomarme la foto con el auténtico Rockstar y fracasé, porque primero, entre
tantas cabecitas blancas como la del mismo Paco Licona, Saúl Contreras, Rubén Pabello
Rojas, Sergio González Levet, me fui con la finta... ellos son periodistas, no rockeros... bueno,
a lo que más se acercan es a "ruckeros"...
¡Y el grito de un Enrique Guzmán para Javier Duarte de Ochoa que no le hacía caso!: "Señor
Gobernador... ¡nos estamos inundando!" para precisar de inmediato: "de buen ambiente"
ante la risa de un público poco conocedor que en cuanto vio que su Rockstar político, al
ritmo de "así que adiós" se retiraba, igual se pintó de colores... quedando pocos a disfrutar
de la nostalgia, de la buena música y de la incredulidad de una joven que le preguntaba a su
periodista padre, si Enrique Guzmán era realmente el padre de Alejandra Guzmán...