Dir. Alberto Morales
 
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“La prensa es el espejo del poder”: Ferando Gutiérrez Barrios

PRENSA VENDIDA

CLASE POLÍTICA, CLASE LECTORA

COMUNICACIÓN SOCIAL

GANANCIAS COMPARTIDAS

LA PIRÁMIDE DE PERIODISTAS

¿ALGUNA SIMILITUD?

DE MI LIBRETA DE APUNTES

JUSTICIA PARA LOS CUERPOS POLICÍACOS

REFLEXIÓN

25/02/2011 08:54:41 - Xalapa, Ver. por Manuel Rosete Chávez


“La prensa es el espejo del poder”: Ferando Gutiérrez Barrios



PRENSA VENDIDA



Ocho días antes de que asumiera el cargo de gobernador se reunió con periodistas y editores a quienes les confesó: “Desde hace algún tiempo tenía el deseo de reunirme con ustedes, pero hay veces que cuando los veo me dan ganas de salir corriendo”.



La ocurrencia fue recibida por los asistentes con una fuerte carcajada y cierto estupor, pues la declaración no dejaba de retratar, aunque fuera muy borrosamente, a la prensa estatal: más temida que respetada e insaciable con los dineros públicos.



Los editores, además, no ocultaban su nerviosismo ante el nuevo trato que pudieran recibir del gobernante.



En ese gobierno la curva ascendente de nuevas publicaciones continuó inexorable en una tierra de pocos lectores y muchos comerciantes del periodismo.



En el primer año de gobierno aparecieron infinidad de periódicos. El año siguiente continuó  la multiplicación de publicaciones. Al cuarto año empezaron a circular aún más y en el último irrumpieron nuevos periódicos diarios.



Los periódicos fundados en este sexenio, más los que habían sobrevivido de años anteriores, arrojaban una cifra de setenta y cinco publicaciones existentes, las cuales vivían, de la publicidad oficial y estaban concentradas en la capital del estado.



Para observadores perspicaces la multiplicación de publicaciones solo podía convenirle al propio gobierno, porque atomizaba la opinión pública. 

En no pocas ocasiones se le llamó “Cuarto Poder” a un dragón de diecisiete desorientadas cabezas que, de existir la unión de las mismas, tendría la fuerza y efectividad que intrínsecamente le pertenece. Como la mayoría de dueños de dichos órganos informativos trabaja bajo la convicción de poseer el mejor periódico, casi nadie le concede importancia a la unión de un gremio, que al igual que el spray, disemina sus esfuerzos y sus acciones se las lleva el viento. Los políticos ven con agrado la situación prevaleciente y hasta la propician, pues comprenden que es preferible aguantar piquetes de hormigas y no las zarpas de un tigre.



La sobreabundancia de periódicos también se debió al negocio que representaba no solo para los editores, sino también para los jefes de prensa, quienes exigían hasta cincuenta por ciento del monto de la publicidad que otorgaban.



Los cortos tirajes de estos periódicos, con un promedio de trescientos ejemplares, permitían que las ediciones se imprimieran en prensa plana sin problema alguno. Las redacciones eran ruidosas, sucias, impregnadas de tinta y grasa, donde la vida empezaba por las noches, con la llegada del técnico en impresión y el ayudante.



Los periódicos diarios eran los únicos que podían alardear de un gran número de anunciantes, estos alcanzaban a cubrir cincuenta por ciento de la superficie total del ejemplar.



La inflación provocó  que se disparara el precio de la publicidad, de veinte mil pesos la plana a principios del sexenio, al final se cotizaría en ciento treinta mil pesos.



CLASE POLÍTICA, CLASE LECTORA



¿Quiénes eran los lectores de la prensa? Esa era la gran incógnita que intentaron responder algunos periodistas y políticos. 

El gobernante, siendo candidato a la gubernatura por el PRI, dijo que no le extrañaba tanto que se publicaran injurias contra cualquier persona, y a ocho columnas, pero sí que hubiera lectores que lo festinaran y se regocijaran con esas diatribas. 

El periodismo a la usanza local no requiere de miles y miles de ejemplares, considerando que el grupo de lectores lo integran doscientos cincuenta altos y medianos funcionarios y un tanto igual, del sector público. 

Es tan poco el interés del grueso de la población respecto al periodismo local, que el autor de esta parrafada en más de una docena de ocasiones sus amigos y parientes —aclaro, ajenos a la política— le han preguntado si es cierto que de vez en cuando echa el gato a retozar en las páginas de los diarios. ¡Bueno!, el columnista tiene más de cien artículos relacionados con el tema de la destrucción de las selvas de nuestra entidad, escritos y publicados en el lapso de los últimos cinco años en diez o más periódicos, pero a pesar de ello no faltan conocidos y amigos que le propongan trate en sus colaboraciones periódicas dicha temática, “aunque sea de vez en cuando”.



Los funcionarios, sin embargo, adquirían los periódicos de manera selectiva: solo aquellos donde se había hablado bien de ellos, aun cuando existieran notas críticas, había siempre personas solícitas a entregarles el diario.



COMUNICACIÓN SOCIAL



Nunca antes los coordinadores de comunicación, jefes de prensa o de difusión, habían tenido una actuación tan protagónica como la que jugaron en el sexenio de marras. Y había razones para ello: tres habían tenido una participación destacada en el periodismo nacional: eran personajes, y en ese sentido, recibieron la confianza de controlar la publicidad, de repartir subvenciones y abultar el presupuesto destinado a la prensa.



Los anteriores jefes de prensa habían tenido una participación discreta en la relación prensa y Estado, y se habían concretado a dirigir algún periódico oficial, elaborar boletines, difundir información turística o acompañar en sus giras al gobernador.



Comenta el político hoy ex gobernador: “Era muy difícil encausar a los periodistas a una relación transparente con el gobierno estatal. Recuerdo que la primera visita que recibí fue la de un editor quien me exigió viáticos y seis boletos de avión a la ciudad de México, porque viajaría con toda su familia. Mi antecesor los había acostumbrado a sangrar y a vivir del erario”.



GANANCIAS COMPARTIDAS



Los editores tenían por costumbre no pagar salarios a sus colaboradores; por el contrario, esperaban compartir las “ganancias”, producto de la venta de notas y de elogios.



Carlos Acevedo, recién iniciado en el periodismo, no comprendió de inmediato esta práctica tan antigua entre los directores de periódicos.



Al pasar a recoger su credencial, su director le saludó diciendo que con aquella identificación y la forma en que escribía iba a “levantar” el billete que quisiera, “pero, ya sabe —le aclaró—, vamos en partes iguales”. Azorado, el novato columnista solo pudo responder con un ¿cómo?, y después, repuesto de la sorpresa, con la negativa de aceptar la credencial bajo esas condiciones



LA PIRÁMIDE DE PERIODISTAS



Los periodistas estaban claramente diferenciados. La cúspide de la pirámide la ocupaban los editores; en el medio estaban los columnistas y los corresponsales nacionales, y en la parte de abajo los reporteros.



Entre los editores también había jerarquías: El primer círculo lo conformaban los dueños de los diarios, el segundo los directores de periódicos católicos. A los primeros, por su cercanía geográfica con el gobernador, les era más fácil establecer relaciones políticas con los funcionarios, esto se traducía en publicidad oficial y beneficios colaterales a la actividad periodística.



Los columnistas, hábiles en prodigar elogios y en convertirse en mensajeros de políticos, ejercían un poder solo limitado por sus directores de periódicos; eran expertos en manejar un código cifrado únicamente descifrado por los remitentes y destinatarios, que convertía a la columna en el producto de mayor consumo, no solo para refocilarse en el dolor ajeno, también para llevar la cuenta alegre de los adjetivos laudatorios propios.



La prensa se movía entre el elogio y la calumnia. Era una receta, tan elemental, que fácilmente la copiaban los novatos del periodismo, editores, columnistas y reporteros.



El primer paso era el elogio, continuaban las amenazas y finalmente aparecía la calumnia.



¿ALGUNA SIMILITUD?



Esto que acaba usted de leer respetable amigo, es un pequeño resumen de un estudio que realizó la investigadora Sarelly Martínez Mendoza, de la Universidad Autónoma de Chiapas, sobre la relación prensa-estado durante el gobierno del general Absalón Castellanos Domínguez, en el estado de Chiapas, de l982 a l988, el cual quise compartir para que, aplicando su criterio vea si los veracruzanos hemos avanzado o no, en el ejercicio periodístico en comparación con los chiapanecos.



DE MI LIBRETA DE APUNTES



JUSTICIA PARA LOS CUERPOS POLICÍACOS



Un gobierno de vanguardia es el que encabeza, sin duda, Javier Duarte de Ochoa pues fue el primero –y el único, hasta ahora- en proponer una pensión vitalicia a los deudos de los militares caídos en el cumplimiento de su deber que, en breve, podría ser replicada en otras entidades para reconocer el patriotismo, el honor y la vocación de servicio de las fuerzas del orden. 



Esta vez tocó el turno a los cuerpos policíacos de la entidad, y qué mejor escenario que la conmemoración del Día de la Bandera para que el mandatario veracruzano anunciara que turnó al Congreso del Estado una iniciativa de ley que brindará a deudos de los policías caídos en defensa del orden público, una pensión económica y una vivienda digna. 



Nunca como ahora, un gobernador del Estado predica con el ejemplo pues de los dichos ha pasado a los hechos al reconocer –mediante sendas iniciativas de ley- el esfuerzo de hombres y mujeres que arriesgan su vida, y la de sus familias para que Veracruz viva en paz y tranquilidad. Enhorabuena.



REFLEXIÓN



Cuatro prósperos neo funcionarios platicaban al calor de unos néctares de uva de exportación, en el privado del restaurante Vinísimo, cuando uno de ellos preguntó: ¿Ya vieron las declaraciones que hizo Castañeda de que dos ex gobernadores priistas irán a la cárcel? El más corpulento contestó: Sí, pero la duda que me queda es quién será el otro, Mario Marín ó Ulises Ruiz. Escríbanos a morossete@yahoo.com.mx formatosiete@gmail.com


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