14/06/2011 00:57:47 - Xalapa, Ver. por Salvador Muñoz
Al no tener un bote cercano donde depositar los desechos, es probable que para no traerlos en mano, los eche a mis bolsillos.
En cuanto tengo a mi alcance el cesto de basura, empiezo a tratar de indagar cómo es que llegó a mis manos ese pedazo de celofán, una servilleta de figuras curiosas y hasta paquetes de medicina que hace mucho dejé de tomar.
No puedo evitar, si está cerca de mí, expresar mi malestar a quien tira en la calle una basura aun con el riesgo que conlleve mi exabrupto.
II
¡Cochino! ¡levántala! le grité al tipo que atravesaba el parque cerca de donde vivo. Mediaba una distancia de 10 metros aproximadamente entre el tipo y yo. No obstante, claramente vi cómo tomaba una cerveza que tiró tranquilamente al vaciarla y empezó a orinar entre los matorrales.
Se me quedó viendo retadoramente. Mi perro, instintivamente, tenía igual la mirada fija hacia la persona, como si supiera a quién estaba hablando.
Tras terminar de orinar, el tipo tomó la lata y la aplastó y me preguntó cuál era mi problema: ¡Tus cochinadas! le respondí.
Metió su mano a una mochila que llevaba y me retó a que me acercara. No le importó que en esos momentos pasaran niños y padres de familia rumbo a la escuela. No quise seguir discutiendo. Le dije a Harry que fuéramos a la casa. El tipo empezó a reírse y siguió su camino. Lo más loco fue que se llevó la lata entre sus manos.
Lo sé... si sigo diciéndole a la gente que es una cochina, un día me van a romper la madre.
III
Pero no me lo va a creer. He visto jovencitas, muchachos, señoras, señores, viejos y no tan viejos, que sin un remordimiento, dejan caer la copa de helado, el paquete de KFC, el envase del refresco de plaza Crystal, ¡el pañal sucio! y a pesar de que le diga ¡Cochin@! con un aire de grandeza, me ignoran olímpicamente y prosiguen su camino, como si nada hubieran hecho.
¿Por qué? No lo sé, o creo saber por qué. Vivimos una época Kleenex consumista donde agarras, usas y desechas.
El envase donde tomamos jugo, leche, agua... hasta el café se desecha. Nuestros platos son ahora “plastos” (de plástico) que resguardan pizzas, hamburguesas, baguettes, nachos. La sopa la tenemos en vasitos de nieve seca y una vez que nos saciamos, es fácil dejarlos allí, en el parque, en mi parque...
IV
Por supuesto... erradicar el problema, el de tirar la basura donde se les hincha la gana, no es tarea fácil. Va más allá de cultura y educación. Quien tira basura en la calle no deja de tener un resentimiento social tan similar al que raya paredes, raya carros, poncha llantas o asalta a la gente. Ese resentimiento social, quizás imperceptible para quien lo sufre, lo padece, ha convertido a muchos miembros de nuestra sociedad, paradójicamente, en basura. ¿Son culpables? No lo sé. Pero sí sé que pueden ser dañinos. Hoy tiran basura. Mañana asestarán un navajazo, atropellarán a una persona, asaltarán a un joven o se volverán miembros del crimen organizado porque la política de nuestros políticos es más cochina que ver a un tipo tirando una lata, orinando enfrente de unos niños que van a la escuela y retándome a los golpes.
Sí... puede que tenga basura en mis bolsillos, pero es nada comparada con la basura demagógica que a diario escuchamos de cada uno de nuestros políticos diciendo que todo está bien y que los del partido contrario están peor. ¡Esos son igual o peor de cochinos!
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