06/03/2013 00:31:45 - Xalapa, Ver. por Salvador Muñoz
Es la tarde del lunes. Se celebra en Boca
del Río, como
en muchos otros lados, el 84 aniversario del PRI.
Desde las cuatro de la tarde, los
priistas boqueños se
congregaron para celebrar al partido en las afueras del auditorio Luis Donaldo
Colosio Murrieta.
Todo parecía un
festejo normal... hasta que apareció Raúl
Zarrabal Ferat y el ánimo
subió al
grito de “¡Raúl,
Raúl,
Raúl!”
Como siempre, El Comas Zarrabal
pasó saludando a sus amigos, a sus amigas, a la gente
que lo viene acompañando
desde hace uno, dos, tres... ya casi cinco años.
Y entonces apareció el
alcalde Salvador Manzur acompañado de
Sergio Pazos Navarrete y un nuevo grito se escuchó... no,
no era para el presidente municipal y mucho menos para su acompañante...
el grito era un apellido: “¡Zarrabal! ¡Zarrabal! ¡Zarrabal!”
La risa nerviosa de Manzur con los brazos
en alto trataban de aminorar el grito mientras Sergio adquiría un
color púrpura
en la cara... quizás el
calor propio del clima o quizás el
calor propio de la manifestación de un
sentir generalizado en los ahí reunidos... o los dos.
Salvador Manzur partió el
pastel pero a regañadientes... algo le incomodaba... quizás esos
gritos de aliento a “El
Comas” o las
cartulinas y pancartas que manifestaban el respaldo a un hombre en Boca del
Río.
Una mujer, de esas de ronco pecho,
manifestaba su indignación ante
la presencia de un desconocido para ella.
Alzaba su voz para con sus
compañeras y
compañeros
que la escuchaban atentos:
“Y si no aparece en la boleta,
pónganle el nombre”...
Prófugos
de Sedesol, panistas escabullidos en la fiesta tricolor, levantaron un grito,
quizás sin
tanto éxito
pero lo suficientemente alto para que esa mujer los escuchara: “¡Pazos,
Pazos, Pazos!”
Sólo
bastó la
mirada enérgica
de la doña, fija
y fría, para
que el grito se apagara...
Una mujer se acercó y les
preguntó a esos
panistas extraviados:
—¿Qué les
dijo esa mujer?
—Nada... nomás con
la mirada...
La señora
alcanzó a
escucharles y les respondió con
una frase:
—Óyelo
bien... prefiero que se pierda Boca que votar por un desconocido... ¿quieres un puesto? ¡Gánatelo! ¡Enlódate
los zapatos! ¡Métete a
los charcos!
Alguien por ahí le
dice que como lo hacía Fidel
Herrera... y responde:
—Raúl hace
lo mismo, ¡anda con la gente! ¡No
queremos imposiciones! La vez pasada votamos por Manzur, ¿pero
sabes por qué lo hicimos? Porque ya lo conocíamos,
ya habíamos caminado con él...
Sin embargo, la señora
está decepcionada... dice que cuando va al Ayuntamiento
boqueño,
“nunca
hay lo que pido, lo que necesito... vengo tres años
pidiendo un trabajo para mi esposo y no lo hay... ¿sabes
porqué?
Porque es mayor de edad... ¡somos
adultos mayores, tenemos necesidades!”
Por eso, en esta ocasión,
asegura, no van a aceptar imposiciones porque ellos (voltea a ver a toda la
gente que atenta sigue su discurso) “son los
que votan, son los que mueven a la gente, de casa en casa, de puerta en puerta,
viendo qué necesita uno”.
Remata con una frase
lapidaria:
—Por eso, preferible perder Boca del
Río que votar por un desconocido.
Le sale tan del pecho, tan
espontáneo,
tan natural, que los aplausos se los ha ganado ella.
Y el pastel, por el 84 aniversario del
partido, es partido de mala gana, como la partida que emprende un joven que para
los allí presentes es desconocido, pero no por ello le
omite expresar su sentir ante la muestra de rechazo de la militancia:
“¡Que se
vayan a la verg... con su presidencia!”