Los niños huérfanos de Juan Camilo Mouriño se saludaron con los niños huérfanos de Francisco Blake Mora la tarde del sábado 12 en el campo Marte.

14/11/2011 00:51:42 - Xalapa, Ver. por Helí Herrera Hernández

 Allí estaban los otros niños huérfanos, hijos de los restantes 7 fallecidos, entre funcionarios y militares, que murieron en el accidente del helicóptero puma caído en el cerro de Ayacame el pasado viernes a las 9 de la mañana. Niños huérfanos que honran a sus padres muertos, envueltos la mayoría en el llanto, porque a su corta edad no pueden entender que ya no regresarán a sus casas dado que fallecieron en el cumplimiento de su deber. 

Twitter:HELIHERRERA.es

  plazacaracol@hotmail.com 

       

      Allí  estaba también el campo militar Marte. Testigo otra vez como aquel 5 de noviembre de 2008 cuando el luto envolvía a Felipe Calderón Hinojosa que asistía a los funerales oficiales de su amigo, de su compañero de partido, de su favorito para sucederlo y cuyo sueño se acabo cuando un día antes le informaban, por la tarde, de la caída del jet que lo traía de vuelta a la ciudad de México, y en plena área metropolitana se desplomo, muriendo instantáneamente. 

      El dolor reflejado aquel 5 de noviembre volvió apoderarse del rostro del presidente de la república como si fuera una misma fecha, un mismo funeral, un mismo acto luctuoso pero no, era otro, porque otro era el secretario de gobernación que se le moría en menos de 1115 días, a escasos tres años y una semana de haber fallecido el primero en circunstancias similares, “”cayéndose un secretario del cielo” como lo afirmara un twitero en su cuenta, 24 antes del suceso, como bien lo dio a conocer la cadena de noticias norteamericana CNN en español. 

      En esa tragedia como en ésta la agonía de Felipe Calderón era inocultable e indescriptible. Todas las cámaras de televisión puestas sobre su cuerpo, sobre su cara, sobre su dolor que a veces se observaba ya no podía con él y eran las palmadas de su esposa Margarita y su mirada la que lo alentaban, la que intentaban reanimarlo porque se veía que el peso de las muertes había minado su fortaleza, y su mirada perdida en medio de 8 féretros, entre hombres, mujeres y niños vestidos de negro que lloraban a sus muertos lo quebraba, justo cuando tenía que sacar fuerzas y ánimo para soportar la zozobra de todos los cientos o miles allí reunidos. 

      Tal pareciera que la vida de este Presidente de la República >el hijo desobediente< como se hizo llamar en su campaña, esta sellada por la tragedia, por el dolor, por las adversidades. Durante su régimen la nación ha visto morir a más de 50 mil mexicanos entre gente que dedico gran parte de sus vidas a la delincuencia, pero también de víctimas inocentes que, bajo el término de daños colaterales, han sucumbido en una guerra que no era suya, y de muchos militares que de acuerdo con la Constitución General de la República, no hubieran muerto porque sus tareas no son las del combate al crimen organizado.  

      Dolor y más dolor. Luto y más luto pareciera ser el destino de México y los mexicanos durante este sexenio, que inicio en medio de profundas heridas generadas por una dudosa elección, precedida de actos ilegales en donde toda la fuerza del Estado se puso a su favor para evitar que Andrés Manuel López Obrador le ganara. Allí esta el rostro de ese mismo Felipe Calderón cuando llega por la puerta de atrás a San Lázaro a juramentar, rodeado de esos miembros del Estado Mayor Presidencial que, al parecer, forman parte de su propia tragedia dado que han aportado sus cuotas de sangre en estos accidentes. 

      Como dice aquella canción de Piero dedicada a nuestros padres “el tiene la tristeza larga, y una figura pesada, la edad se le vino encima, sin carnaval ni comparsa”. Y pareciera que tal letra estuviera moldeada para el presidente Calderón que baste verlo como para darnos cuenta que en efecto, se le vinieron los años encima y como no, si la tragedia lo sigue, lo acompaña, se ha vuelto inseparable desde que inicio  su mandato. 

      ¿Qué falta todavía en este camino que le queda al Ejecutivo federal, porque hay que recordar que aún le queda poco más de un año de mandato? 

      No lo se, y si tuviera una bola de cristal para vislumbrar el futuro creo, sinceramente, que no acudiría a ella porque preferiría soñar con un destino para México y los mexicanos distinto al que hasta hoy estamos viviendo, porque hay demasiada sangre corriendo por el territorio nacional tanto de aquellos que han caído en el cumplimiento de su deber, como de aquellos que estuvieron en el lugar y tiempo equivocado, como de aquellos otros que decidieron situarse fuera de la ley. 

      Ya no quisiera ver niños huérfanos llorando a sus padres ni viudas recibiendo pésames. Ya no quisiera enterarme de accidentes aéreos que en lugar de aclararme escenarios me siembran dudas en mi cabeza. Ya no quisiera vivir en la zozobra todos los días porque el estrés y la angustia es hoy el pan de cada día. Ya no quisiera ver este México tan lastimado. 

      Esas ilusiones deben ser el motor que impulsen nuestras vidas, nuestras acciones todos los días, para poder heredarle a las futuras generaciones el México que nosotros soñamos.