Los gobiernos que en sus países han adoptado el capitalismo-neoliberalismo como modelo económico de desarrollo han generado escenarios dramáticos de sobrevivencia en la sociedad mundial, que filosóficamente podríamos describirlos como el infierno mismo para los más de 200 millones de desempleados y casi 200 millones más que viven en la pobreza extrema, por no decir que en la miseria en el planeta.

28/07/2013 23:29:51 - Xalapa, Ver. por Helí Herrera Hernández

En todas aquellas naciones donde sus gobiernos han reducido la intervención del Estado a funciones contemplativas, de orden y respeto a las instituciones surgidas de la superestructura jurídica (que no son otras que respetar los privilegios que los grupos de poder económico tienen, gracias a la imposición de gobiernos serviles), la concentración del dinero en pocas manos se ha vuelto algo "natural", igual que el empobrecimiento mayúsculo, año con año de millones de seres humanos, que empiezan a morirse por enfermedades que una regular alimentación les evitaría.

Los organismos financieros internacionales surgidos del Consenso de Washington se han convertido en los verdugos de aquellos movimientos que han querido sacudirse gobiernos títeres, obedientes y fieles que han cumplido al pie de la letra las recetas que les dan, desembocando en represión y muerte como ocurrió en Grecia, Irlanda, Portugal o España donde sin rubor alguno las marchas multitudinarias más que encontrar dialogo de sus autoridades recibieron toletazos, bombas lacrimógenas, chorros de agua y cárcel.

El mundo capitalista se esta empobreciendo en la misma proporción que sus autoridades profundizan las políticas neoliberales extraterritoriales que combaten la intervención del Estado en la economía. En aquellas naciones donde se han resistido o han dado cambios socio-económicos el bienestar empieza a repuntar como es el caso de China o Indonesia, merced a la amplitud de sus exportaciones y a la fortaleza de su mercado interno.

Mientras en los países del primer mundo como se hacen llamar Estados Unidos, Italia, Japón, Alemania o Inglaterra por mencionar solo algunos, hay un desempleo crónico que alcanza alrededor del 8 al 12% de la mano de obra, y que por sus perspectivas se mantendrá creciendo hasta el 2016 si no hay cambio de rumbo. Tal circunstancia se agravará por los fenómenos migratorios de naciones miserables de África, centroamericanas o de la Europa Oriental que los observan todavía como una opción laboral ante la hambruna que ya viven en sus pueblos.

México mismo esta recibiendo cada día más ciudadanos guatemaltecos, salvadoreños, hondureños o beliceños que ven a nuestro país como una oportunidad para no morirse de hambre allá, y que sin embargo llegan abaratar dramáticamente la mano de obra y crear climas de inseguridad al enrolarse en el mercado negro del narcotráfico, la mayoría de ellos.

El país que nos dibujo don Enrique Peña Nieto de progreso y desarrollo social dista mucho del que esta construyendo. Incumplió su palabra de bajar el precio de las gasolinas; de quitar los paraísos fiscales que disfrutan familias como Azcarraga Jean, Slim Helu, Aramburozabala, Salinas Pliego; y lo que es peor, que mientras en varias naciones quieren generar un cambio socioeconómico por los desastres causados por el modelo económico neoliberal, acá el ejecutivo federal lo quiere fortificar ahora, con la privatización de la industria energética.

Cada trimestre el secretario de hacienda anuncia la reducción del crecimiento anual (de 3.4 a 2.9%). El INEGI acaba de informar que con Peña Nieto ha habido 446 mil 428 menos empleos que en el último tramo de Felipe Calderón; las exportaciones han caído dramáticamente y por ende los ingresos de divisas; el mercado interno se ha debilitado porque los mexicanos no traen dinero para impulsar el consumo, de tal suerte que el desempleo aumenta en la misma proporción que la economía informal; la remesas de dinero que nuestros paisanos envían de los Estados Unidos han disminuido en más de un 40%; Banorte acaba de anunciar la fuga de poco más de 12 mil 111 millones de dólares que son los que han presionado al peso frente al dólar, hemos perdido un mil 831 millones de dólares de nuestras reservas y como si eso fuera poco, las divisas por venta de petróleo han caído 10% por la baja en los precios del barril mexicano, mientras que las divisas mundiales que recibíamos por turismo hoy solo son espejismos por que la inseguridad lo ahuyento

Son estas variables macroeconómicas las que están llevando al país a escenarios peligrosos, como los que viven los ciudadanos michoacanos donde al parecer, el mismo Estado ha tenido que reconocer que esta perdiendo territorios que le pintan un panorama negrísimo a México.

¿Cuando comprenderán los estadistas nacionales que se requiere un nuevo orden económico donde el Estado, sin ser avasallador, regule aspectos importantes de la vida económica nacional que equilibre entre la voracidad de unos con la satisfacción de las necesidades de los más?

Los ejemplos sobran en el mundo donde se observa el fracaso del modelo económico-neoliberal.

Urge revertir los estragos que las políticas monetaristas impulsadas desde Miguel de la Madrid hasta Peña Nieto han causado en el país. Más Estado y Mercado regulado, ese debe ser el objetivo y así combatir los desequilibrios resultantes del Sistema Financiero y el del mercado de trabajo por sus efectos generalizados sobre el aparato productivo y el bienestar social.