13/03/2011 15:32:41 - Xalapa, Ver. por Helí Herrera Hernández
Muchos de los columnistas y periodistas que se están ocupando del caso, mencionarán, en corto y voz baja, que el cargo lo logra desde el mismo momento en que dimitió en su legítima aspiración por buscar la titularidad del Poder Ejecutivo, y que solo fue cosa que los tiempos políticos se dieran, para que formaran cuerpo los acuerdos que tejió el exgobernador Fidel Herrera Beltrán, el año pasado, para evitar que perdieran la elección constitucional su candidato, hoy Gobernador.
Lo dijeron muchos priístas de abolengo, inmediatamente después de conocer los resultados el 4 de julio del 2010, que sin la disciplina de Héctor Yunes Landa a su partido, al no salir abruptamente de él, es decir, de no romper con el PRI e irse apoyar a otro candidato a gobernador, el partido tricolor hubiera perdido la elección, y que quien gobernaría en estos momentos a Veracruz sería el otro Yunes, y yo como ellos no tengo la menor duda que así habría ocurrido.
De tal modo, que el liderazgo que hoy domingo asumió el exdiputado local y federal, independientemente que es el pago a esa disciplina institucional a su partido, viene a ser el segundo plan –aunque a largo plazo-, para buscar la candidatura al gobierno de Veracruz para la elección del 2016, la cual piensa don Héctor construir con su equipo político en principio desde la presidencia estatal del PRI, y más adelante, eso no lo puedo precisar pero si aventurar, desde una senaduría, diputación federal o, porque no, desde la mismísima secretaria general de gobierno, justo cuando al señor Buganza lo sustituya el gobernador Javier Duarte, porque ya le hayan pagado la traición que hizo a su partido el PAN.
La asunción de Héctor Yunes Landa al liderazgo del Comité estatal priísta tiene, sin embargo, otra lectura trascendental: El paso que da el Gobernador no para romper con el equipo generacional creado y dirigido por el exgobernador Fidel Herrera integrado por Carolina Gudiño, Salvador Manzur, Erick Lagos, Jorge Alejandro Carballo Delfín, Silvio Lagos, entre otros, pero si para mostrarles a todos ellos, y a su mentor, que el que manda en Veracruz es él, porque no dude usted que varios de todos los mencionados asistieron a la toma de protesta de Yunes Landa contra su voluntad, dado que consideran que se rompe la hegemonía que ese grupo de jóvenes mantenía en el estado.
Darle el visto bueno por parte del ejecutivo estatal a Héctor Yunes para asumir la presidencia del Comité Estatal de su partido significa también un acto de conciliación interna entre los priístas de viejo cuño que ven a Yunes Landa como un hombre que ha hecho la talacha dentro del PRI desde toda su vida, y que criticaban a la nueva generación de priístas porque de una u otra forma, los habían desplazado y los bautizaban como advenedizos.
Yunes Landa nunca perdió el contacto ni el dialogo con la clase política veracruzana, y por ello vimos como el acto de su asunción los primeros que llegaron fueron los priístas maduros, aquellos que llevan años avecindados en el estado y que no dudaron un solo momento en, a la vieja usanza tricolor, llevar a cientos y cientos de sus compañeros priístas para que colmaron el Teatro del Estado y se viera el apoyo multitudinario con el que llega Yunes Landa como Presidente del Comité Estatal del PRI.
Duarte ya cumplió con la palabra empeñada, independientemente del forcejeo interno que tuvo que vivir para tomar esta decisión. Ahora le toca a Héctor mostrar de que esta hecho y si esta preparado para vivir sus circunstancias, porque a partir de hoy es el único responsable de su porvenir político.
Dependerá de él, del equipo político con el que quiera transitar y del trabajo político que proyecte si se coloca en la posición que ha abrazado desde hace varios años: ser candidato de su partido a la gubernatura del Estado.
Lo dijo hoy mismo, que su primera prueba de fuego son las elecciones extraordinarias municipales de mayo próximo en los municipios de Coxquihui y Villa Azueta, pero sin duda, la prueba reina serán las elecciones federales del año próximo, donde tendrá que garantizar el triunfo de su partido en el Estado para Enrique Peña Nieto, y de la mayoría de los 21 candidatos a diputados federales y eso, eso si que es un verdadero reto porque nadie, ni siquiera los mismos priístas del más alto nivel, garantizan ese escenario.
Por lo pronto Héctor Yunes Landa tiene el destino en sus manos, y no tendrá pretexto alguno hoy para culpar a terceros de las derrotas de su partido.
